El superhéroe
Yo tenía superpoderes, como si fuera un superhéroe. Por
ejemplo, me anticipaba a lo que iba a ocurrir: un día, mientras estaba con mi
auto por la autopista, vi que mi camioneta iba a prenderse fuego conmigo
adentro. Así que, para salvarme, frené y me tiré hacia afuera; segundos después,
mi auto estalló en llamas. Acto seguido, me fui caminando hacia casa.
Estos poderes podían salvarme la vida, pero también tenía su
lado negativo parecerme a un superhéroe.
Un día, luego de cantar junto a los pájaros en mi árbol
preferido, conocí a una chica. Ojos celestes, pelo teñido de un naranja como el
atardecer, me comenzó a mirar. No de la forma envidiosa como estaba
acostumbrado; ella me miraba con interés. Así que se me acercó, me tocó el
hombro, y empezamos a charlar. Quedé sorprendido instantáneamente porque cada
vez que conocía a una chica, me veía parado frente una sucesión infinita de
autos que me atravesaban una y otra vez. Con ella, el primer auto se había
detenido.
Tres días más tarde, habíamos ido a cenar. Me anticipaba y,
para que ella no se aburriera, no paré de hablar. Desde literatura hasta
religión, nunca hubo silencios en la noche. Y a ella le enamoraba eso. Pasaron
los meses y siguieron saliendo, hasta llegaron a convivir. Se los veía muy
feliz juntos.
Hasta que un día todo cambió.
Ella no soportó más que yo no parara de hablar. No aguantaba
que me parara a charlar con los maniquíes porque siempre generaba una demora de
tiempo para todo lo que quería hacer. Andaba con el tiempo justo cada vez que
hacíamos algo juntos. Como una madera recibiendo constantemente gotas de agua, la
relación comenzó a desgastarse. Yo, a medida que el tiempo pasaba, extremé mis poderes,
lo que generó la disolución de la pareja.
Espero que el psicólogo que me controla haya entendido que
estoy listo para salir de acá e intentar estar a su lado una vez más.
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