Miedo II

Miedo II 
Dudo de que me hayas visto alguna vez en la facultad, porque nunca miraste hacia mi lado. Salías de tu clase pasando a una velocidad fugaz a mi lado, pero nunca me viste. Yo, solitario, esperando para entrar y, quién sabe, sentarme en tu mismo asiento. Vos, mientras yo buscaba un lugar, entrabas a tu clase de algo que nunca supe.
Dudo de que me hayas visto en el bar, porque siempre estabas rodeada de tu grupo de amigos. Estabas ahí, en el medio de la mesa, llamando su atención. Las mujeres, por su lado, usaban tus apuntes de una prolijidad impoluta y de un parecido casi idéntico al arcoíris; los hombres, en cambio, querían sacarte charla para conocerte. Vos no sabías que, inocentemente, estabas escalando en el deseo de alguno de ellos. En consecuencia, con una sonrisa, vos seguías charlando pensando que querían saber qué pensabas. Por mi parte, yo me encontraba sumergido en hojas de líneas diminutas como una fila de hormigas yendo a su casa en el medio de un campo de pasto blanco. Cerré mi puño, apreté el lápiz y volví a distraerme subrayando para evitar pensar en vos, que estabas ahí, tan solo a unas mesas de distancia.
Ojalá te hubiera visto esa mañana lluviosa y oscura en el patio: tengo la sospecha de que, con un poco de lluvia, tu pelo hubiese tomado un color más suave y más bello como el pasto después de una tormenta, mientras que tus ojos habrían podido iluminar y lograr que las nubes se disipasen luego de un rato. Pero la lluvia fue eterna y la noche temprana reflejaron las sensaciones que yo tuve ese día.
Ojalá te hubiera visto sonreír después de haberte hablado, pero como nunca pasó, es algo que nunca podré vivir. Supe quién era aquel que escuchaba tus secretos y te acompañaba en las noches; quien iba a tu casa cuando lo necesitabas y a quien le habías dado un lugar en tu corazón para que descansara. En soledad, yo volcaba mis sentimientos en tristes hojas blancas con un birome gris y con una lluvia de lágrimas acompañando cada trazo, cayendo de una forma pesada y sufrida, muriendo al tocar el escritorio.
Dudo de que me hayas visto alguna vez en la facultad, porque si hubieses mirado hacia mi lado, no hubieses visto mis ojos.

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