La carrera de los miedos


Un día, ella se levantó de su cama. Miró a su alrededor y estaba en un lugar que no se asemejaba a su casa: la soledad era su única compañera, acostada en una cama que estaba más dura que otras veces, hasta que le prestó la suficiente atención como para darse cuenta de que no era su cama. Miró las paredes y se dio cuenta de que no era su habitación, considerando que no estaba tampoco su ukelele ni su guitarra. Lo único que había, frente a ella, era una puerta. Así que, al no haber otra alternativa, ella salió de ese lugar.
En el instante que abrió la puerta, una ola de insectos la golpeó en la cara y ella, asustada, se volvió a encerrar. Cuando se dio cuenta de que no era una buena idea, prefirió buscar refugio en las afueras; así que corrió, moviendo bichos con sus manos y con la cabeza hacia abajo. Ella les tiene mucho miedo a estas cosas, pero sabía que su única opción era pasarlos por encima, superarlos. Primero su pie izquierdo y luego el derecho, emprendiendo una carrera intensa y larga bajo un campo de hojas grises al igual que el cielo.
Luego de quien sabe cuánto tiempo, ella pudo vencer a su miedo al atravesar todo el campo sin darle chance que la alcanzara. Logró ver un río, así que fue hacia él para refrescarse y seguir su camino. Como no sabía dónde estaba, simplemente siguió la corriente para, después de unos kilómetros, encontrar otra casa.

De nuevo, acá no había nadie. Lo único que encontró fue una cama, cuyas sabanas parecían estar gritando su nombre. Sin dudarlo, se acostó hasta poder conciliar un sueño que fue duradero.

Al día siguiente ella se despertó en otra habitación distinta a lo último que había visto antes de cerrar los ojos. De nuevo, sólo encontró una puerta, así que salió y se impactó al ver que estaba a centenares de metros en una suerte de acantilado. El único camino que tenía ella era hacia adelante, sobre una extensión de tierra sumamente angosta y bastante larga.  El miedo a caerse dominó su cuerpo, pero no se dejó vencer así que, al minuto, ella recuperó el poder de sus piernas para emprender esa aventura que sería caminar en la altura. Fijó sus ojos en la línea de llegada, por más lejos que estuviera, pero nunca miraría hacia atrás y menos, hacia abajo. Luego de dos respiraciones, empezó a caminar; primero el pie izquierdo para darle lugar al derecho.

Cuando llegó al final, dio un paso más y cayó a un cuerpo de agua de una forma inesperada. Entró en pánico porque no sabía nadar, pero confió en ella y de a poco, pudo entender qué movimientos tenía que hacer. Así que, como una hoja que cae en el mar, es decir, lentamente, llegó a tierra firme para desplomarse en el suelo a respirar un momento.
Al levantarse, vio que las hojas del pasto ya habían tomado el color verde que tanto le gusta a ella y el sol había salido de su escondite. Se paró, levantó la cabeza y caminó hacia el horizonte feliz con ella misma ya que pudo vencer algunos de sus miedos y entendió de qué se trataba esto: tenía que enfrentar un miedo y un obstáculo por vez. Entendió, además, que ella era capaz de hacer bien cualquier cosa que se propusiera. Frente a ella podía encontrar desde un incendio para atravesar o un tsunami de furiosa intensidad, pero ella estaba tranquila porque era consciente de que, de alguna forma, llegaría al otro lado. No sólo de verdad ella podía superar todo, sino que inspiraba a otros a hacer lo mismo. Así que, siguió caminando en dirección al sol, esperando algún nuevo desafío.

Espero que su camino no le depare nuevos obstáculos para superar, sino que en su vida reinen momentos de alegría.



Comentarios

Entradas más populares de este blog

Reseña: La sociedad de los poetas muertos

Valle de la Calma - Ángel David Revilla. (terror - sin spoilers)

Crítica de: “Solo un sueño” de Sam Mendes (2008)