2017: un viaje submarino
Hasta hace unos meses, Lucía T. (voy a reservar su
identidad ya que no encuentro sentido en revelar quién es) estaba entre
nosotros. Todo cambió cuando emprendió su viaje en un submarino casero. Como
encuentro su historia muy interesante, voy a contárselas en unos breves
párrafos.
Lucía T. estaba cansada del mundo. Su trabajo la aburría,
salía a los mismos lugares y su rutina era constante. Su familia la agotaba, ya
que tenían una relación insoportable: sus hijos le pedían la Luna y su esposo
le discutía hasta por qué se ponía tal blusa o tal pollera para ir a trabajar.
Un día, ella se encerró en su estudio con varios libros que
le diesen la ayuda necesaria para construir un submarino, ya que siempre soñó
con tener uno propio. Necesitó de tiempo, paciencia y voluntad. Eran tales las
ganas que tenía de irse, que ni bien tuvo la posibilidad, empezó a trabajar.
Así que, los meses siguientes, fueron como si Lucía no viviese allí, ya que
sólo se hacía presente para comer. Cada noche, ella soñaba con navegar las
aguas más salvajes del mundo. Cada día, estaba más cerca de lograrlo.
Cuando Lucía nos contó acerca de lo que quería hacer, no le
creímos. No la tomamos en serio, hasta que un día no se juntó más con nosotros.
Nos dijo que tenía trabajo que hacer, y era cierto. Ella nos volvió a llamar,
después de mucho tiempo, para mostrarnos su creación. Por esta razón nosotros
llegamos a su casa y la vimos cubierto por una lona blanca infinita. Lo observé
hacia arriba y me di cuenta de que me superaba aproximadamente tres veces en
altura. Lo miré a lo largo y parecía infinito. En el momento en que lo destapó, vimos cómo brillaban sus
puertas y sus aspas, que eran similares a las del ventilador de su living, el
cual me di cuenta, más tarde, de que ya no estaba. Lucía lo había hecho:
construyó su submarino y partió al despedirse de sus conocidos, de su familia y
de su rutina.
Cuando alguien se cansa del uno, busca nuevas fronteras
para experimentar. Busca nuevos lugares persiguiendo lo que uno quiere de
verdad, lo que uno sueña. Lucía tuvo bien en claro esto y estoy seguro de que
ella encontró silencio y tranquilidad donde está ahora. Nadie en el bar donde
nos juntamos le creyó, pero Lucía T. lo hizo y ahora está en un viaje submarino
quien sabe en qué rincón del mundo. De vez en cuando, algunas personas nos
preguntan acerca de una persona que construyó un submarino y partió sin rumbo.
Ante esto, y al recordar su nombre, nosotros contamos esta historia con una
sonrisa grupal.
Lucía, mientras tanto, estaba en búsqueda de aquel Sol de
una intensidad eterna que podía ver al atravesar las olas salvajes con las que
tanto soñó.
De corazón, espero que lo haya encontrado.
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